Estamos cada vez más alerta sobre a atención que debemos prestar a nuestra piel durante el verano para protegerla de los rayos del sol. Hay campañas para el uso de filtros y evitar quemaduras, cáncer de piel, envejecimiento, manchas… Pero cuando llega el invierno, nos relajamos. Está extendida la creencia de que el frío es bueno para la piel y, aunque pueda haber algo de verdad en esta afirmación, hay que matizarla y tomar conciencien de que la piel en invierno también necesita cuidados.
La Academia Española de Dermatología y Venerología advierte que durante el invierno la piel se deshidrata a causa del frío. Para prevenirlo, aconseja elegir una crema hidratante que contenga productos humectantes que retengan el agua dentro de la piel. Sustancias como la glicerina, el propilén-glicol, la urea o el lactato sódico tienen estas propiedades. Aconseja elegir cosméticos que contengan hidroxiácidos, retionol y/o vitamina C. Con estos componentes se logra disminuir las arrugas. Si estas están muy instaladas, recomienda utilizar productos con péptidos que disminuyen el tono muscular y por tanto suavizan el aspecto de la arruga.
En cuanto a la protección solar, es importante utilizarla también en invierno. Aunque parezca que solo el verano puede causarnos problemas, también en los meses más fríos inciden los rayos sobre nuestra piel y provocan daños. Por supuesto, si se realizan deportes como el esquí, esta recomendación hay que seguirla al pié de la letra. La combinación de sol, altura, viento y el reflejo de la nieve causan graves daños en la piel. Los cambios bruscos de temperatura son un mal aliado de la salud de la piel, pueden ocasionar rojeces y aumentan la posibilidad de provocar la dilatación de vasos capilares.
Seguir un cuidadoso y estricto ritual de limpieza cada noche, e incluso por la mañana, ayuda a compensar a la piel de las agresiones del frío. El secreto de belleza de las japonesas, de sus cutis radiantes, tiene mucho que ver con su atención a los hábitos a la hora de desmaquillarse.
Tabaco y alcohol son, todo el año, perjudiciales para la salud y la belleza, unidos a las bajas temperaturas, disminuyen la vascularización cutánea y producen rojeces y deshidratación.
No hay que descuidar los cuidados de la piel en invierno. Más bien al contrario, son un buen momento para acometer algunos tratamientos que resultan contraindicados en verano. Tomar el sol, o simplemente exponerse durante un paseo a él, tras hacerse, por ejemplo un peeling químico puede ocasionar manchas en la piel, dejar marcas… El calor, además, favorece la aparición de hematomas, inflamaciones… El arrastre de las células muertas deja a la piel más expuesta y sensible a la luz por eso los mejores meses para hacerse estos tratamientos van de octubre a marzo.
La microdermoabrasión arrastra células muertas pero en lugar de con sustancias químicas o con láser, utiliza el diamante o las sales minerales. También es mejor realizarla en invierno. Como lo es someterse a una terapia de luz pulsada, que da luminosidad a la piel, mejora la textura, ayuda a renovar y facilita la producción de colágeno y elastina. La depilación láser está igualmente indicada cuando la piel ha dejado de estar bronceada. Elegir los meses de otoño e invierno nos asegura que al llegar el verano las piernas (u otras partes del cuerpo) estén sin vello y no se tenga que evitar tomar el sol.