Lo de renovar el carne de conducir es una de esas cosas que siempre llegan de improviso. Diez años parece un tiempo muy largo, pero pasan en seguida y un día, cuando más lo necesitas, te das cuenta que si veinte años no son nada, diez pasan en un suspiro y que de nuevo tienes que actualizar tu licencia. Y si el carné en cuestión es otro diferente al B1 o se es mayor de 65 años, el periodo de vigencia es aún menor, cinco años, y eso ya, sí que pasa volando.
Pero no hay que asustarse. Por suerte lo de acercarse a primera hora de la mañana a la Dirección General de Tráfico, rellenar papeles, enfrentarse a cara descubierta al traicionero fotomatón y prepararse para una larga cola son cosas del pasado. Ahora, solo se necesita acudir a un Centro de Reconocimiento autorizado con el carné antiguo (hasta tres meses antes de que caduque) y llevar el DNI, pasaporte o permiso de residencia en vigor y allí se ocupan de todos los trámites.
Además de hacer los exámenes médicos y psicotécnicos preceptivos, ellos se encargan de la foto, mandar los papeles a la Jefatura de Tráfico. Incluso facilitan el permiso provisional que permite seguir circulando mientras se expide el nuevo que llegará a casa en diez o quince días. Todo esto se hace de forma gratuita. El paciente solo abona el precio del reconocimiento y las tasas que hay que pagar a Tráfico.
Se puede hacer todo en una sola mañana. En Clínica Medicam se realiza el test psicotécnico en el que se valora la capacidad y tiempo de reacción y anticipación del paciente; se revisa su capacidad auditiva y visual y se hace un chequeo del estado de salud general (se mide la tensión arterial y el pulso y se ausculta corazón y pulmones).
Así, aunque las vacaciones estén al caer o se hayan dispuesto el coche para emprender un viaje costa a costa, no hay que cambiar los planes por un despiste tan tonto como es olvidar renovar el carné de conducir, todo se puede solucionar en unos veinte minutos que tarda un equipo multidisciplinar realizar todos los trámites.